En el programa del pasado jueves 5 de noviembre extrajimos y rescatamos de La Bóveda del olvido el único y extraviado álbum del cuarteto de folk-rock argentino Pacífico, La Bella Época, de 1972.
Pacífico es originalmente una agrupación que se forma como expresión en conjunto de las ideas musicales de su factótum, el artista plástico, poeta y fotógrafo Eduardo Martí. Martí había sido, durante el apogeo hippie en Argentina (finales de los años '60 y principios de la década siguiente), uno de sus principales ideólogos; aportando el basamento y la interrelación artística que la entonces creciente expresión artístico-musical de aquellos aventureros argentinos necesitaba. Era natural, entonces, que en algún momento Martí mismo se lanzara a experimentos compositivos que aunaran su fina pluma con su buen talento para la guitarra. Para eso convocó a otros amigos, artistas y músicos profesionales como Hugo Arbe (también guitarrista), Miguel Ángel Pezzolano (flautista) y el pianista Pedro Botti y, apadrinado por los Aquelarres (y amigos personales también) Emilio Del Guercio y Rodolfo García, firmó con Trova para editar un LP con sus canciones.La Bella Época es el resultante de esta alianza entre Martí y sus amigos y Trova. El álbum se circunscribe formalmente en lo que fue una de las dos vertientes en las que desembocó la diáspora de Almendra: si algunos -los más, y los de mayor arraigo popular- optaron por el rock descarnado, duro y distorsionado con letras urbanas y filosas otros profundizaron en la sutileza acústica y armónica, en la suavidad de los arreglos y la lírica ensoñada. Pacífico es un preclaro representante de esta segunda elección estética -más relacionada quizás al espíritu del hippismo "original", lo cual explica por qué Martí optó por esto- y como tales, las canciones aparecidas en su único álbum son poéticas viñetas, agrestes y sencillas: "Canción Para Un Pequeño Ladrón" -tema que escuchamos en nuestro #21- no es más que un pequeño cuento, y "Ella Es Tu Hermana" (otro protagonista del pasado programa) una oda a la ruta que se enriquece grandemente con la participación de los Aquelarre en la instrumentación.
Hay en este álbum, además, una interesante inquietud experimental expresada en la variedad de estilos que se abordan: tomando como ejemplo la canción con que cerramos el análisis de nuestro #21, "Una Estela Sin Final" (sí, el tema que los Kuryaki rescataron al final de "Remisero") podemos verlo claramente: no es más que una bossa nova con la temática repetida del escape, en este caso hacia las playas. Por otro lado, hay experimentos armónicos originados en el folk inglés, arreglos de guitarra jazzeros, momentos de rock... La Bella Época es un álbum que detrás de su simpleza esconde un finísimo trabajo de instrumentaciones y armonías que lo hace aún más amplio, aún más bello.
Lamentablemente si hemos tenido que rescatarlo de La Bóveda es por su escasa repercusión en nuestro país. Así fue: no muchos lo entendieron, y por ello es que el álbum pasó al olvido y la banda, a la separación. Pero no importa: allí estuvo, en Contra Todos Los Males De Este Mundo, recibiendo la distinción que merece.
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